sábado, 18 de diciembre de 2010

REAL MADRID 3-1 AL NASSR 05/01/2000 Mundialito Clubes

De buzon

LIGUILLA (PARTIDO 1)
Fecha: 5-1-00; Estadio: Morumbi (Sao Paulo)
REAL MADRID CF - AL NASSR (ARB) 3-1
Arbitro: Oscar Ruiz (Colombia).
Goles: 1-0: Anelka (22´); 1-1 Al Hussein (p) (45´);
2-1 Geremi (68¨); 3-1 Savio (p) (70¨).
REAL MADRID CF, 3;
Casillas, Michel Salgado, Hierro (Karanka 74¨), Karembeu,
Roberto Carlos, Geremi, Redondo, Guti (Mc Manaman 67´), Savio,
(Sanchís 72¨), Raúl, Anelka.
AL NASSR, 1;
Khojalli, Sharify, Al Shokia, Harthi, Al Karni,, Al Husseini, (Khathrran 75¨),
Al Moussa, Saib (Triki 68¨), Al Hamann, Amin, Bahja.


De -----------BLANCA EFEMERIDE-------------


El Al Nassr llena de regalos al Madrid

Gol de Anelka en un partido del que los blancos salieron a salvo gracias a las concesiones saudíes

JOSÉ MIGUÉLEZ - São Paulo - 06/01/2000

Finalmente lo que Anelka necesitaba era un amigo. Invertir su depresión anímica, quitarse de encima ese aire solitario y triste tan nocivo e implicarse de una vez en el día a día del equipo. En los últimos días, efectivamente, al francés se le veía más feliz, más comprometido con sus compañeros, en una especie de anuncio de tiempos mejores con gol incluido. Pero quedaba algo para completar su recuperación, un amigo sincero y fiel. Lo tuvo en Geremi, que le entendió casi todos sus desmarques. Pero también en Al Shokia, el defensa libre del Al Nassr, que tuvo ayer un comportamiento ejemplar con Anelka, que está en deuda de por vida con el saudí. Casi tanto como el Madrid con Babkr, el portero rival, la persona que le arregló el asunto al conjunto blanco cuando más torcido se le había puesto. Al Shokia le pintó un paisaje encantador a Anelka. Le regaló metros para que explotar la velocidad y el desmarque, le obsequió también con un sentido de la colocación desastroso y le concedió incluso los cruces más mansos del mundo. Los presentes de Al Shokia permitieron que Anelka, el mismo tipo al que el caprichoso fútbol le negaba todo hace diez días, estrenase el capítulo goleador del Mundial con una vaselina de rebote.El Madrid, tras pasar diez minutos algo aturdido por unos toques cortos y valientes de los saudíes que no se esperaba, intentó el gol por la vía ortodoxa. Es decir, buscando las bandas, la llegada hasta la línea de fondo y el pase atrás. Los regates de Savio fueron la mejor munición en ese sentido. Hasta que Al Shokia se quedó retrasado mirando una conducción de Geremi, habilitándole a Anelka una autopista para el desmarque, hasta que decidió salirle tarde al francés y hasta que, para rematar la sucesión de errores, llegó blandito al cruce y al despeje. Anelka se puso delante, el balón le dio en el pie y se fue volando en dirección a la portería. A Babkr la acción le sorprendió y no pudo evitar el gol.

Con el 1-0, y siendo tan clamorosa la debilidad del Al Nassr -tiene habilidad con la pelota, buen toque y técnica, pero no sabe jugar al fútbol-, el partido se declaró sentenciado. O así lo entendió el Madrid, que prefirió sestear, dormir la pelota y, pese a que aún le quedaba más de una hora de vida, esperar a que el partido cerrara los ojos tranquilamente. Cuando el descanso estaba a punto de llegar, sin embargo, el Madrid se llevó un susto letal. Bahja probó suerte de forma individual, llegó al área de Casillas y Karembeu le derribó por detrás: penalti y gol.

El segundo tiempo, al menos el arranque, fue un suplicio para el Madrid. El 1-1 le sacó del partido y no le dejaba ver. Era el Al Nassr el conjunto que parecía perro viejo, el que enseñaba oficio, el que manejaba ahora la pelota de un lado a otro y el que no le dejaba decir ni mu al rival.

Cuando peor estaba el panorama, Babkr, un horror de portero, le salvó la vida al Madrid. Una gran incursión de Geremi -sus facultades físicas fueron tal vez el mejor argumento del Madrid- y su posterior pase a tierra de nadie terminó en la red sólo porque así lo quiso el portero saudí. Que metió el puño sin que hubiera nadie cerca, que le pegó mal a la pelota y que tampoco supo rectificar su torpeza. El Madrid no consintió más sustos. Anelka quebró al portero y fue derribado tras otro despiste. Savio marcó el penalti y puso fuera de peligro el resultado, pero la noche fue de alguna manera de Anelka. Venía de no haber hecho nada durante medio año y se fue con su primer gol en partido oficial, con un penalti provocado y con esa sensación de que realmente su recuperación es posible. No hay nada como tener amigos. Lo sabe Anelka, que desde ayer y para siempre, tiene en Al Shokia, el libre del Al Nassr, a uno de sus íntimos.

Los aficionados, contra Roberto Carlos

J.M - São Paulo - 06/01/2000

La aritmética dejó satisfecho al Madrid, que sumó los tres puntos, que prolongó la racha de buenos resultados a la que se ha agarrado últimamente. También a Anelka, que marcó su primer gol con la camiseta blanca en partido oficial, que salió con nota de la cita. Pero nada de lo demás dejó feliz al Madrid. Miró a la cita sin demasiada ambición, sin estar muy convencido de que la competición requiere afrontarla con grandeza. Jugó bajo la ley del mínimo esfuerzo, quizás con la prepotencia sobre la que tanto alertaba Del Bosque en la víspera.Del Bosque, en todo caso, salió satisfecho por el número de ocasiones fabricadas por su equipo. Pero no tanto por la forma en la que las aprovechó. Por ahí se quejó de que pudiendo haber marcado goles en grandes jugadas, la victoria llegara a partir de lances de rebote, "de la forma menos ortodoxa posible". Sobre la reanimación de Anelka, el técnico madridista prefirió mostrarse cauto. "Hay momentos en los que está muy bien y otros en los que no me gusta nada, en los que desaparece. Tiene aún mucho que mejorar".

Por lo demás, se equivocó la prensa brasileña cuando comentó que el Madrid iba a ser ruidosamente apoyado por el público brasileño. Y justificaban sus pronósticos en que es tal el enfrentamiento existente entre las aficiones del Corinthians y del Palmeiras que los hinchas de este último equipo acudirían en masa al estadio Morumbi a animar a los madridistas, rivales de grupo de los primeros en el Mundial de clubes. Una curiosa y complicada carambola que no se vio finalmente por ningún lado. Primero porque apenas hubo gente en el estadio al comienzo y segundo porque la que lo fue poblando con el paso de los minutos era inequívocamente fanática del Corinthians -el conjunto brasileño jugaba a continuación contra el Casablanca-. Y lo que ocurrió es que quien pagó esa rivalidad no fue el Al Nassr -al contrario, cada pase suyo fue coreado con olés-, sino Roberto Carlos, al que la hinchada insultó cada vez que tocó el balón. El lateral madridista, claro, jugó en su día en el Palmeiras.

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