viernes, 17 de diciembre de 2010

REAL MADRID 2-1 TORINO 01/04/1992 Semifinal Copa Uefa

De años 90


SEMIFINAL (IDA)
Fecha: 01-04-92; Estadio: Santiago Bernabéu.
REAL MADRID CF - TORINO CALCIO (ITA) 2-1
Arbitro: Forstinger (Austria)
Goles: 0-1 58´Casgrande; 1-1 60´Hagi; 2-1 65´Hierro.
REAL MADRID, 2 :
Buyo, Chendo, Sanchís, Rocha, Lasa, Michel, Milla (Luis Enrique),
Hierro, Hagi, Butragueño, Llorente.
TORINO,1 :
Marchegliani, Musi, Bruno, Cravero (Venturin), Fusi, Policano, Lentini,
Annnoni, Scifo, Martín Vázquez, Casagrande (Benedetti).



El Madrid sobrevive al 'catenaccio' del Torino


El equipo de Beenhakker remonta un partido por primera vez en la temporada

SANTIAGO SEGUROLA - Madrid - 02/04/1992

El Madrid sobrevivió a una noche muy dificil. Fue un partido que comenzó con sordina y terminó a todo trapo: hubo goles, bronca en la cancha y tensión en los graderíos. El Madrid no claudicó al gol del Torino, y ahí estuvo su mayor mérito. Fue capaz de sobreponerse a un resultado adverso, algo que no había ocurrido en toda la temporada. Esta dureza psicológica tendrá que acreditarla en Turín, donde le espera un duelo tremendo.El juego apenas existió en Chamartín, sometido el fútbol a las condiciones que puso el equipo italiano. El Torino apeló al catenaccio. Metido en su campo, confiado en el desgaste mental del Madrid, el Torino no dejó un gramo de grandeza en el césped. Hizo todas esas cosas que enlazan con la peor tradición del fútbol italiano: la especulación con el resultado, el papel secundario de sus mejores jugadores y su habilidad para sacar petróleo de cualquier concesión de sus adversarios.

La mézquina fórmula italiana provocó dificultades en el Madrid y también en el Torino. Scifo, Martín Vazquez y Lentini sobraron en un equipo que no quiso la pelota. Para el Madrid, fue una lucha desesperada. Tenía el equipo de Beenhakker un montón de asignaturas pendientes: su pobre trayectoria europea en los últimos años, un rival italiano y la falta de recursos para atacar el blindaje del Torino. Por un momento aparecieron todos los fantasmas. Fue cuando marcó Casagrande. Entonces se enfrentó el Madrid al peor paisaje posible: la eliminación en su cancha y las viejas acusaciones de debilidad. Ni tan siquiera la atmósfera ayudaba al Madrid. La primera parte se había vivido bajo silencio. Nada quedaba de las célebres noche europeas del Bernabéu. Sin ningún calor ambiental, el Madrid se dispuso a una dura labor de zapa. La única vía de penetración estaba propiciada por un error conceptual de los rivales. El Torino dedicó toda su atención a Hierro, al que concedió el status de Maradona. Para detenerle, Mondonico le dedicó un defensa central, Annoni, que acababa perdido en el centro del campo, a la busca de un futbolista que sólo tiene peligro de veras en el área de remate. El Madrid encontró el boquete en el centro de la defensa italiana en algunos pases interiores. Era una concesión inesperada del Torino, un suspenso en catenaccio.

El partido llegó a un punto de indefinición en los últimos momentos del primer periodo. El Madrid comenzó a desesperarse y el Torino renunció a jugar. Martín Vázquez parecía abrumado por su retorno al Bernabéu, por el rechazo de su equipo a crear fútbol y por su actitud indolente. Era un partido que debían ganarlo los grandes jugadores, y por allá no apareció Martín Vázquez.

La noche perteneció a Michel, un futbolista que siempre ha vivido bajo sospecha. El interior madridista ganó el partido pata su equipo. Había marcado Casagrande tras un error de Buyo y se necesitaba algo más que la presencia de Rocha para intimidar al Torino. Fue la hora de Michel. En la banda derecha destrozó a Policano y participó en casi todas las jugadas que se produjeron en la última media hora. En los dos goles estuvo colosal. En el primero, quebró con una soltura deslumbrante a un defensa italiano y dio un pase rapidísimo a Hagi. El segundo tanto tuvo los matices habituales en Michel. Desde la raya de fondo es formidable. Cruzó la pelota con el punto exacto de suavidad y colocación, uno de esos centros que siempre busca Hierro. Entre todos los defensores italiano, se elevó y cabeceó. Un gran gol.

El partido entró entonces en vía abierta. Butragueño desbordó siempre a Bruno, pero apenas recibió la pelota. El Madrid veía la posibilidad de un nuevo gol, y sin embargo tuvo que agradecer su victoria a una majestuosa intervención de Buyo, que rechazó de manera milagrosa un remate de Lentini. Eran los coletazos de un partido que acabó de forma sintomática: con Michel como héroe y Martín Vázquez de lateral izquierdo, un triste destino para un gran jugador.

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De EUROPA


Martín Vázquez, el jugador más infeliz de la quinta

JORGE VALDANO 02/04/1992

El partido frente al Torino tuvo unos personajes muy marcados. Martín Vázquez defraudó y Michel apareció como nunca lo había hecho antes en un gran encuentro europeo. Fue un partido que el Torino propuso desde las leyes del catenaccio. La resurreción del Madrid tras el gol italiano pone de manifiesto una recuperación del ánimo más que del juego. En resumen, el encuentro dejó las siguientes grandes notas:

Martín Vázquez: Es el jugador más infeliz de la quinta del Buitre. Se viste en Armani y los espaguetis se los come con langostinos, pero, cuando se mete en la cancha, no disfruta de su profesión. Primero, porque es un gran actor al que se le otorga un papel secundario. Segundo, porque es un jugador de ataque sometido a la disciplina del más puro catenaccio. Sin embargo, es responsabilidad del mismo Martín Vázquez esa sensación que nos deja de guardarse algo para sí. Por sus problemas de personalidad se deja arrebatar el mando del partido por jugadores de menor categoría. En un jugador con históricos problemas de personalidad, este partido contribuía a acusar aún más su pobreza anímica.

Michel: Fue el contraste de Martín Vázquez, incluso de él mismo. Por vez primera, asumió la autoridad que sus admiradores le reclamamos. Baste con decir que echó a Policano del campo y que entregó los dos goles del Real Madrid. El giro de su aportación tiene que ver con su permanente afán de participación. Cuando asumen esas responsabilidades, los jugadores valen por lo que son capaces de dar y por lo que son capaces de contagiar.

El Torino: El equipo de Mondonico representa la etapa futbolística anterior a Sacchi. Su estructura táctica y su actitud ante el juego enlaza con la tradición italiana, por lo que Sacchi termina siendo un grito de rebeldía contra una realidad mezquina. Da la impresión de que el Torino compra grandes jugadores porque así lo exige la parafernalia italiana. Esta forma de jugar penaliza a sus estrellas. Lo único que le vale es la estadística. Es un equipo que sólo tiene razón de ser cuando mira a la tabla clasificatoria, pero ignora lo que el fútbol tiene de sentimiento.

El Real Madrid: Buyo pagó su error con un milagro posterior. Rocha es un futbolista que produce la sensación de tener siempre palabras nuevas para elogiar eso que el fútbol sintetiza con el término categoría. El campo parecía inclinado para el lado derecho porque Hagi se acostó sobre esa banda y porque Michel vivía en estado de gracia. Por el centro esperaba Butragueño, que mostró siempre el talento como arma para subsistir en las duras condiciones que marca el catenaccio. Butragueño esperaba y Hierro mostraba una vez más su condición de delantero centro con punto de salida en el medio de la cancha. La virtud del Madrid: el equipo estuvo a la altura de Europa. Si sumamos este partido al que jugó hace cuatro días en Albacete, se le puede considerar como el síntoma de una recuperación al menos anímica.
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